La plata 925 es una aleación compuesta por un 92,5% de plata pura y un 7,5% de otros metales, normalmente cobre. Esta mezcla le da la resistencia necesaria para ser utilizada en joyería y otros objetos decorativos, sin perder el brillo característico de la plata.
Es muy popular en:
Joyería: Anillos, pulseras, pendientes, collares.
Accesorios: Relojes, cubiertos, bolígrafos y otros artículos de lujo.
Decoración: Candelabros, fuentes, bandejas, marcos de fotos y objetos de arte.
Durabilidad: El cobre añadido hace que la plata 925 sea más resistente que la plata pura.
Brillo: Su acabado brillante la hace perfecta para todo tipo de joyería. Posee un color especial.
Hipoalergénica: Generalmente no provoca reacciones alérgicas, aunque depende de los metales usados en la mezcla.
Lo más sencillo es buscar el sello de calidad que suele estar marcado en las piezas. Un sello que diga "925" o "Sterling" (la plata 925 también se conoce como plata esterlina), aunque las casas y los joyeros pueden usar otros sellos que equivalgan a esa certificación. Nos referimos a estas marcas como "contrastes".
La plata es difícil de imitar, como explica este artículo de onzas.es.
La plata 925 puede sulfatarse con el tiempo (no se oxida porque no reacciona con el oxígeno, reacciona con compuestos de azufre presentes en la atmósfera), pero con unos simples cuidados se puede mantener en excelente estado:
Limpieza: Utiliza un paño suave o productos especiales para plata. Infórmate antes de limpiar una pieza (ver cómo limpiar la plata)
Almacenaje: Guarda tus piezas en un lugar seco y oscuro, idealmente en una atmósfera controlada (sellada).
Evita químicos: Los productos como perfumes o productos de limpieza pueden dañar el brillo de la plata.
La plata 925 es una excelente opción por su calidad y durabilidad (propiedades mecánicas) y posee un brillo especial frente a la plata pura 999, que es algo más blanca. El cobre le da un tono amarillento muy sutil pero reconocible.